Por Patricia María Illescas Serrano
La toponimia de los pueblos de La Mancha Norte es digna de estudio y análisis. Te traemos algunas curiosidades de la etimología de Alcázar de San Juan y Campo de Criptana.
La historia de nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras tradiciones y nuestras costumbres nos ha llegado a través de documentos históricos o vestigios arqueológicos que podemos ver hoy en día, pero otra fuente de información acerca de nuestros orígenes es la etimología de algunas palabras que usamos en la actualidad, nombres de calles, de lugares del entorno natural, y por supuesto la toponimia de nuestros pueblos. Estos núcleos urbanos del mundo rural manchego se remontan en su mayoría a la Prehistoria, y su desarrollo ha ido cambiando y progresando con el paso de los años del mismo modo que su nombre ha ido evolucionado también. Por la Península Ibérica han pasado diversos y numerosos pueblos que han dejado su huella en nuestra historia y en función de su lengua y su visión de nuestra tierra han llamado a nuestros pueblos de distinta manera, dejándonos en nuestros días una seña más de identidad local.
Alcázar de San Juan: el Al-Kasar de las dos culturas
Comentábamos en entradas anteriores el vínculo del municipio alcazareño con la mítica ciudad de Alce, la ciudad perdida de Carpetania que pudo ser capital y centro administrativo de este pueblo que vivía en las tierras del Guadiana allá por el siglo VI a.C. Su etimología podría justificarse con el vocablo árabe al-kasar, que significa ciudad o palacio fortificado, y al mismo tiempo Alce podría provenir del término griego que traducido tiene un significado similar al árabe. Lo curioso de Alcázar es que mantiene en su nombre las dos grandes culturas que han pasado en los últimos siglos por nuestro territorio, la musulmana y la cristiana, ésta última representada por la orden de San Juan, cuyo título ostentan varias villas de la provincia de Ciudad Real al haber pertenecido a los territorios de esta orden religiosa.
Campo de Criptana: la cripta y el grito de la muda.
La teoría más extendida acerca del origen de esta localidad famosa por sus molinos, es la asociada al término latino crypta, que a su vez tiene su origen en el griego. Aunque muchos dudan acerca de esta tesis, otros muchos estudiosos coinciden en que es la más lógica, ya que el término municipal criptanense posee varias cuevas o criptas como la de La Laguna entorno a la cual surgen numerosas leyendas. Hay otra teoría también aceptada relacionada con la fusión de varios núcleos urbanos: Villajos, Posadas Viejas, Chitrana y El Campo, siendo estas dos últimas las que determinaron la formación de su nombre actual. Precisamente antes de la unión de estos pueblos, en uno de ellos se produjo la aparición de la Virgen de Criptana y según cuenta la tradición local, aunque no comprobada históricamente, un hombre llamado Alonso Miguel rezaba frente a la virgen pidiéndole que su esposa muda recuperara la voz, y lo hacía suplicando “¡Grita, Ana!”, lo que la virgen le concedió, haciéndose tan popular el milagro y la historia que la exclamación derivó al topónimo de Criptana.