Por Patricia María Illescas Serrano
Sí, La Mancha tiene un himno, fue creado en 1919 y es todo un símbolo regional olvidado que, tras el auge del regionalismo, vuelve a hablarse de él.
Del mismo modo que nuestra olvidada y versionada bandera, este Himno a La Mancha ha quedado empolvado y traspapelado en alguna publicación o revista de principios del siglo XX, momento en el que se comienza a hablar del regionalismo manchego y surge la necesidad social de la delimitación y reconocimiento identitario. Sin embargo, es probable que debido a varios factores o acontecimientos como la Guerra Civil Española y posteriormente por la división territorial por autonomías, nunca se llegaran a difundir y arraigar de forma férrea estos símbolos y lo que representan.
Aunque se cree que ya en 1913 ya estaba compuesto este himno, no fue hasta el 20 de marzo 1919 cuando se publica por primera vez la versión a piano en una revista Vida Manchega editada en Ciudad Real y desaparecida un año después. Se trata de una pieza musical obra del maestro Antonio Segura y una emotiva letra a cargo de Martín Ramales, aunque en 1927 se vuelve a publicar una nueva versión sustituyendo su firma por la de Francisco Colás. Sea quien fuere el autor de estas letras tintadas de ímpetu e ilusión manchegos, es de agradecer la creación esta joya regional creada para representar de forma unida y melodiosa a toda una región.
Con frases tan significativas y simbólicas como “las secas estepas que el Sol calcinó, han dado una raza serena y valiente que al par que sus rubios trigales creció”, La Mancha tiene un himno repleto de elementos, como es obvio, relacionados con el campo, la tierra y la agricultura; pero también habla de trabajo, de sudor, de esfuerzo y de amor a la región. Y es que no solo se habla del campo, si no la pasión y entrega de los manchegos para trabajarla, lo describe como si fuera un lugar sagrado al que se le tiene devoción, fe y agradecimiento eterno.
No obstante, es interesante analizar el comienzo de la letra “para emular a otras regiones La Mancha fecunda se ve resurgir, llevando a su triunfo los nobles pendones de un Himno al trabajo vibrante y viril”; lo que no es más que la materialización de la necesidad de crear un elemento representativo de una región olvidada, nacido del pueblo y para pueblo, del mismo modo que otros territorios poseen el suyo.
En definitiva, un símbolo de identidad necesario para representar a los manchegos y su tierra, un himno, que al igual que su bandera han sido ignorada y desusada, ¿y qué proponemos para que no caiga en el olvido? En primer lugar, institucionalizar ambos elementos para que gocen de carácter oficial, con el objetivo de que puedan usarse en actos y acontecimientos relacionados con La Mancha, dándole visibilidad al territorio y sus habitantes. El hecho de que ya existan ambas insignias es debido a que existe un sentimiento latente de manifestar una unión representativa bajo estos emblemas, por lo que no es difícil sacar la bandera manchega y comenzar a entonar: “Nuestra canción viene a representar de la región el cántico triunfal…”.