Por Patricia María Illescas Serrano
Son muchas las comunidades autónomas que guardan relación con este baile regional tradicional que se ha puesto en valor debido al peligro que corre de desaparecer.
Este reconocimiento ha sido proyectado y ratificado por el Ministerio de Cultura y Deporte y la Dirección General de Patrimonio Cultura y Bellas Artes, con el objetivo de ensalzar esta tradición tan arraigada en nuestra región, pero que al mismo tiempo se ve amenazada, según la Ley 10/25 de 26 de mayo por lo siguiente:
[…]Dentro de los valores culturales que aporta la Jota como género tradicional destaca su interiorización por parte de los individuos y las comunidades, formando parte de las expresiones populares en la práctica totalidad del territorio español y convirtiéndose en un potente elemento de cohesión social e identificación de sus señas de identidad. Sin embargo, la Jota se enfrenta a múltiples riesgos y amenazas, como las influencias exteriores, la globalización, la fosilización, la reconsideración negativa por parte de la sociedad, la pérdida de especificidad motivada por políticas globalizadoras o la falta de relevo generacional.[…]
Y es que, como hemos comentando en entradas anteriores, España es de los países más ricos en cuanto a variedad cultural y tradición, sin embargo por una cuestión de globalización por parte del panorama internacional y por parte de los mismos españoles, la única imagen del folclore que se proyecta dentro y fuera de nuestro país es el flamenco, con todo lo que eso conlleva. Porque la jota no solo es un baile, es una danza que representa la identidad de diversas regiones con distintas tradiciones; simboliza las raíces de sus comunidades, con una música concreta y una indumentaria concreta que lamentablemente se está perdiendo.
¿Y cómo ayuda esta nueva ley a salvaguardar la jota como patrimonio cultural?
En primer lugar es necesario destacar que desde el ministerio que lleva a cabo estos proyectos, considera que la jota está estrechamente relacionada con todos y cada uno de los ámbitos definidos en el Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, un instrumento de gestión con una programación que permita poner en valor determinados elementos culturales a través de la investigación, documentación, promoción, transmisión, formación y difusión de manifestaciones inmateriales de la cultura y dar protagonismo a las comunidades, grupos, individuos o titulares de las mismas.
No obstante esta nueva ley, no trae unos cambios demasiado drásticos en el asunto, pero sí algo importante digno de mencionar que servirá de catapulta para salvaguardar y desarrollar la actividad de esta representación folclórica, y es la naturaleza de la misma. Hasta la fecha la jota no era más que un baile regional que representaba parte de la cultura en algunas comunidades, a partir de ahora será oficial, e institucionalmente reconocido por las administraciones públicas, lo que le proporcionará apoyo económico para su actividad, desarrollo y difusión. Lo curioso de esta proposición legislativa, es que la responsabilidad de mantener la jota, no recae ni en las comunidades, ni en gobiernos autonómicos, ni en cualquier organismo público. La ley 10/25 de 26 de mayo publicada en el BOE el 10 de abril de 2023, refleja claramente que es competencia de los propios individuos y la población del territorio que representa este folclore.
En definitiva, aunque la naturaleza de la jota haya sido cambiada son, en este caso los propios manchegos, quienes tienen el cometido de mantener viva esta tradición, cuyo riesgo mayor es la ausencia de relevo generación y la globalización de los elementos culturales e identitarios de nuestro país.