Por Patricia María Illescas Serrano
La presencia de símbolos propios son determinantes para representar una identidad, por eso es momento de dar difusión y uso a este emblema que ni los propios manchegos reconocen.
Es necesario comenzar explicando que…no, Castilla-La Mancha no es lo mismo que La Mancha, siendo la primera el conjunto de todas las regiones y comarcas que la engloban y tratándose la segunda de un territorio concreto con una identidad concreta claramente diferenciada del resto. Por supuesto a nivel autonómico los manchegos se sienten representados por el blasón que todos conocemos, bandera rectangular dividida en dos partes, una carmesí con un castillo y la otra en blanco; pero a principios del siglo XX surgió la necesidad de dotar a los habitantes de este territorio de un símbolo identificativo propio, no con la intención de separar o diferenciar de sus paisanos castellanos, pero sí con la esperanza de mantener viva una conciencia cultural colectiva inalienable.
¿Y qué fue de esta bandera? ¿Por qué cayó en desuso?
La realidad es que nunca llegó a utilizarse institucionalmente, aunque hubo varios intentos. En torno a 1906 se fundó en Madrid el Centro Regional Manchego, cuyo objetivo era ser un órgano de gestión colectivo de las aspiraciones y necesidades de las provincias y localidades de La Mancha frente a la Administración Central del país. Con el objetivo de alimentar una conciencia regionalista y el vínculo entre los territorios de las cuatro provincias que la conforman, y por supuesto de institucionalizar el movimiento, se llevó a cabo el diseño de esta bandera que lograra representarlas. Según algunas fuentes dicho símbolo habría sido creado en la localidad ciudadrealeña de Daimiel por un grupo de simpatizantes del proyecto, y fue allí donde se exhibió por primera vez durante un mitin de carácter regionalista.
No obstante, aunque hubo varios intentos de hacer difusión y reconocimiento de este heroico símbolo, tras la aprobación de la bandera autonómica de Castilla-La Mancha en 1986, la regionalista quedó en desuso y prácticamente olvido hasta hace unos años.
Descripción del diseño
El diseño original establecía este distintivo en cuatro cuarteles, cada uno representando a las provincias que forman la región; el negro en la parte superior izquierda por Toledo, le sigue a su derecha el rojo por Cuenca, justo debajo el blanco por Albacete y cerrando de nuevo a la izquierda en la parte inferior el blanco por Ciudad Real. De esta forma quedaban dispuestas según su localización geográfica y cada cuartel contenía su escudo provincial. Unos años más tarde en 1919, un grupo de profesoras y alumnas de una escuela de Albacete modificó el diseño eliminando los escudos y añadiendo justo en el centro el escudo del rey Alfonso XIII, jefe del Estado durante la fecha de creación de la bandera. Hasta finales de los 80 tuvo poca actividad o poca escucha la reivindicación de los símbolos regionalistas manchegos, aun así se han realizado varias propuestas en las que únicamente se modifica el centro de la bandera y el punto de encuentro entre los cuatro cuarteles. Uno de ellos proponía un escudo heráldico que reunía los símbolos de las ordenes militares que imperaban en La Mancha durante la época medieval, y tanto ésta como la que posee una estrella de cinco puntas de color amarillo en el centro, han circulado por redes sociales y algunos círculos regionalistas desde que comenzó el siglo XXI. La estrellada es quizá la más actual, cuyo elemento central algunos asocian con la unión entre las cuatro provincias y otros como un símbolo “revolucionario” y reivindicativo.
Lo cierto es que en la actualidad hay un latente sentimiento regionalista con necesidad de algo o alguien que represente la cultura y necesidades de nuestra tierra, es por eso que esta bandera está volviendo a verse por las distintas plataformas que simpatizan con este movimiento que reclama el reconocimiento de su identidad.