Santiago Arroyo es Doctor Internacional por la Universidad de Salamanca, donde estudió Filosofía y realizó los Másters en Edición, Máster Universitario en Gestión y Evaluación del Patrimonio Cultural y MBA en Empresas e Instituciones Culturales, además de diplomado en Función Gerencial de las Administraciones Públicas (ESADE). Y más allá de eso y de un amplio currículum, es manchego sobre todas las cosas. Por eso es un nuevo protagonista de Nación Mancha.
¿Cuáles son los primeros retazos históricos de identidad manchega que existen?
Yo no soy historiador, pero hay referencias a la provincia de La Mancha a nivel administrativo con anterioridad a la reforma de 1833, que pasaron a crearse provincias y concretamente la parte más grande de La Mancha pasó a ser Ciudad Real. Evidentemente los estudios históricos son posteriores. Históricamente, dejando la parte administrativa, La Mancha ha sido un espacio territorial extenso en la Península Ibérica que ha sido bien definido desde que pasamos Aranjuez hasta Despeñaperros. Nuestra posición geográfica hace que La Mancha tenga una personalidad singular, y unas características sociales donde la población ha tenido un papel y un protagonismo como lugar de paso y donde prácticamente no había grandes espacios ni ciudades, solo algunos pocos recursos naturales limitados. Pocos han sido los estudios históricos más allá de lo literario sobre el concepto de lo manchego.
Aunque La Mancha existiese, el sentimiento de pertenencia creo que puede surgir seguramente en el siglo XVIII: con ejemplos como el Marqués de Molins con su texto sobre La Manchega y luego su réplica de Luis García con Lo Manchego empiezan a surgir debates y elementos que hablan de nuestra identidad y que definen o intentan dar una visión idealista o realista de nuestras características. Hasta entonces, todo había sido bastante difuso o no hay demasiadas referencias que se ocupen de la identidad.
¿De qué forma puede resurgir o hacerse más fuerte la identidad manchega ya avanzado el siglo XXI?
Es complicado definir el concepto de manchego ya en la actualidad donde hay tanto cruce de culturas y al mismo tiempo unas condiciones ambientales difíciles, porque los jóvenes que nos hemos criado en La Mancha hemos tenido una limitación importante, no se nos ha enseñado La Mancha, no se nos han transmitido sus valores tradicionales. Nosotros ya hemos vivido en la provincia de Ciudad Real. Es cierto que en ésta existe un cierto mancheguismo, con una cierta difusión institucional con proyectos como la Biblioteca de Autores Manchegos: hemos tenido esa mezcla de vivir en la provincia de Ciudad Real pero sentirnos manchegos, no ciudadrealeños. En ese sentido, el resurgimiento de lo manchego es algo que nunca ha desaparecido, sino que ha estado en nuestras mentes y corazones aunque se nos haya transmitido el hecho de que, por parte de familiares y amigos, somos manchegos y nos sentimos de La Mancha, pero después, administrativamente somos parte de la provincia de Ciudad Real.
La identidad manchega se va a construir en gran medida por los viajeros que han visitado La Mancha, la han descrito y la han sentido. También algunos manchegos, como García-Pavón o Antonio Cano, que han escrito sobre esta tierra y sobre su identidad; o incluso algunos pensadores y pensadoras no manchegos, como Unamuno o María Zambrano. Creo que no hay ninguna forma de hacer más fuerte una identidad que recuperar sus valores esenciales, resumidos en los más importantes de la humanidad: esfuerzo, trabajo, sacrificio, el cuidado de la familia, la relación con la naturaleza… y eso es lo que define perfectamente al manchego, que está en contacto con un entorno áspero y duro pero que moldea su personalidad. El manchego tiene un carácter soñador e idealista, y al mismo tiempo muy enraizado en el terruño y en sus tradiciones.
¿Cuál cree que es la tecla para atraer a los jóvenes a conocer nuestro pasado?
Esto es muy complicado: ahora está de moda recuperar lo folclórico e innovar. Por una parte, los fondos europeos nos animan a emprender e innovar, que tengamos recursos culturales y turísticos de calidad; por otro lado, los jóvenes cada vez parecen tener menos interés volver a las labores tradicionales de la tierra. Los abuelos siempre nos hablan de la dureza de la trilla, del pastoreo: tenemos una simbología que representa lo duro de esta tierra y de las emigraciones de los manchegos a Madrid, Valencia y otros lugares para poder sobrevivir.
Creo que la tecla tiene que ver con desarrollar políticas públicas que pongan en juego la calidad de vida en La Mancha y que esto permita que los jóvenes puedan desarrollar un proyecto vital. La Mancha tiene características suficientes para poder desarrollar un proyecto sostenible y todo esto se resume en buenas comunicaciones y buenas estructuras de desarrollo personal, y algunos municipios de La Mancha lo están haciendo muy bien. Hay mucho potencial porque mucho está por hacer para el desarrollo sostenible de La Mancha.
El pasado de La Mancha está lleno de idas y venidas de culturas, pero ¿cuál es el hecho histórico más destacable de todos los tiempos en esta tierra?
La Mancha no es que esté llena de idas y venidas acusadas, aunque desde los romanos hasta los árabes han pasado por aquí diferentes pueblos y dejado un poso visible. El hecho histórico más destacable es la publicación de Don Quijote, que es lo que hace que La Mancha se convierta en un lugar de interés. Podemos discutir lo irónico que tiene que un caballero sea de una zona que no tenga absolutamente nada destacable salvo algunos puntos que están en el imaginario colectivo, pero somos una tierra humilde, dedicada a las labores del sector primario, y la proyección más importante es el hecho histórico donde un gran escritor se situase en un lugar como este; e históricamente es un elemento fundamental. Que se haya construido una gran novela conocida mundialmente es crucial para entender esta tierra: esto ha hecho que La Mancha sea no solamente un lugar que existe, sino un lugar donde se desarrolla una aventura importante y se convierten lugares en auténticos santuarios, lugares sagrados en el ámbito literario. Esta obra tiene mucho de arte, de filosofía, de conocimiento tradicional. Hace poco, la Comisión Europea felicitaba a España el día 12 de octubre y uno de los cuatro símbolos con lo que lo hacía era de un Quijote y Sancho. Ese hecho histórico para esta tierra es esencial. Mucha gente no sabría lo que es La Mancha sin esa novela. Esto convierte a La Mancha en un paisaje cultural único en el mundo para poner en valor.
En cuanto a la proyección de esta tierra, ¿la ve como tierra de oportunidad o hay que volar para ser fructífero?
No es una pregunta fácil: es una tierra que tiene grandes oportunidades, sin embargo aún miramos mucho hacia fuera, a querer emprender aventuras fuera de casa. La Mancha sigue siendo un lugar encantador y tranquilo para vivir. A veces, las características del paisaje no son las más idóneas para vivir, pero los manchegos tenemos que empezar a buscar espacios y lugares donde generar nidos y espacios habitables para poder quedarnos, que los manchegos contribuyan con su creatividad y talento al desarrollo de esta tierra. Y hay que volar, pero siempre volver.
¿Cómo ve la despoblación de muchos espacios rurales en nuestra comarca desde su punto de vista y qué solución se le podría dar a ello?
El tema de la despoblación es una gran incógnita y ya existe en la región una vicepresidencia del Gobierno y consejerías para ello. Pero la despoblación se soluciona con generación de espacios para que las personas jóvenes quieran estar en La Mancha, vivirla, sentirla y disfrutarla, para ello tienen que valorarla. Por una parte, es cuestión de marketing y comunicación territorial pero también de trabajo colectivo y coordinado. Creo que una de las soluciones que se pueda dar es generar una comunicación con experiencias de vida en el medio rural. Aquí se vive feliz, tenemos de todo y se tienen muchísimas más oportunidades para autorrealizarse y de conectar con la belleza. Se trata de generar una estrategia de comunicación de los valores de lo rural, de los espacios de esta tierra, para que ésta se convierta en un lugar de referencia para instalar empresas y proyectos de vida. La solución más clara es el refuerzo de proyectos para poner a esta tierra como punta de lanza. Potenciar la capacidad de atraer inversiones y generar espacios amables de oportunidad para los inversores. Esto requiere de una estrategia a largo plazo, pero es fundamental que se planifique una estrategia compartida de nuestros espacios para mostrar que en La Mancha se vive bien: tenemos mucho territorio, unas infraestructuras cada vez más preparadas para desarrollar un proyecto de vida y necesitamos proyectos que conecten lo tradicional con la innovación.
¿Cómo ve el futuro de La Mancha dentro de 20 años?
Lo veo bien, soy optimista: tenemos políticos y colectivos jóvenes que están haciendo cosas interesantes. La Mancha se debe convertir en un espacio sostenible donde se puedan reforzar las identidades colectivas, podamos tener atractivos respecto a otros territorios. Todos unidos debemos intentar generar espacios sin complejos de inferioridad donde La Mancha sea un punto de atención en elementos experienciales como la calma, sus atardeceres, la literatura, la filosofía… Hay momentos espirituales que se valoran mucho y esta tierra ha de tender a lo espiritual que cada vez es más valorado en nuestra sociedad, hartos de problemas de salud, de estrés en grandes ciudades, y esta tierra tiene que convertirse en un espacio de salida, de desahogo. No podemos ofrecer rascacielos, pero tenemos que ponernos en situación y defender las oportunidades que tenemos que van más por esa visión que tuvo Cervantes.
Antonio Rodríguez Huéscar, filósofo de Montiel, decía que el hombre de esa tierra se posiciona contra el tiempo, que quería que todo fuese igual. Queremos que sea así, pero al mismo tiempo tenemos que dar un paso para organizar la estrategia. Que La Mancha sea parte de cuatro provincias divididas y con centralidades muy diferentes en las capitales es muy malo, por la fuerza de absorción y canibalización de las capitales a los espacios rurales o distantes de las grandes ciudades. Espero, dentro de veinte años, estar en La Mancha y disfrutar de un proyecto colectivo, compartido y que permita que esta tierra desarrolle sus fortalezas y pueda tener un lugar en el espacio de la humanidad.
¿Por qué quedarse aquí?
Quedarse en La Mancha es vivir una vida cosmopolita. Son muchos los viajeros que nos recorren. Mucha calidad de vida, y un continente en miniatura en su plana extensión, y básicamente porque hay tantas cosas que van a llegar que en pleno siglo XXI tendrá lo mejor de vivir en el campo y la ciudad. Un paisaje literario y unos servicios a la altura de los más avanzados de Europa.