“Hace años nos pedían si podíamos ocultar al Quijote en nuestros vinos, pero gracias a ser muy Quijotes hemos ido eliminando ese estigma”

José Carlos Delgado sigue la estela, desde hace dos décadas, que sus antepasados dejaron en él: el amor por la agricultura, por la vid y, en definitiva, por un sector vitivinícola que da vida y economía a la comarca. El socuellamino, propietario junto a sus dos hermanos de Bodegas Hermanos Delgado, es uno de los primeros perfiles que queremos sacar a la luz en Nación Mancha y con él nos citamos para narrar el pasado, presente y futuro de un sector y una tierra que sigue luchando contra sus propios molinos y avatares.

En primer lugar, ¿cuál es la historia de la bodega? ¿Por qué se instala en esta zona de Socuéllamos?

Llevamos 22 años en el sector del vino. Anteriormente, mi padre ya tenía bodega en casa y decidimos hacer otra totalmente nueva en medio de la finca, en el campo. Es una bodega moderna y adaptada a lo que el presente exige. La bodega está en el término de Socuéllamos, pero en el límite de dos provincias, la de Albacete y la de Ciudad Real.

El asentamiento de grandes empresas en municipios de la comarca Mancha Centro ayuda a fijar población y, al fin y al cabo, a asentar vida en esta zona que, de otra forma, estaría abocada a lo que otras regiones sin desarrollo de este tipo de industrias y solamente con economía agraria -sin elaborar el producto- están experimentando, ¿qué beneficios o perjuicios tiene eso?

Con este tipo de empresas se fija población. De hecho, los pueblos de Ciudad Real suelen tener más cantidad de habitantes que los pueblos de Cuenca, porque el viñedo es un cultivo que directa o indirectamente hace que se asiente la población. Somos pueblos que vivimos de la agricultura y todos los sectores de alrededor están relacionados con ella. Nosotros teníamos otros cultivos como alfalfa o remolacha, pero todo lo reconvertimos a viñedo. Además, con la concienciación ecológica: nuestra bodega lo es tanto en el cultivo como en la elaboración. La empresa tiene veinte personas fijas trabajando durante todo el año, además de las labores de poda, para las que contamos con más personal. Eso hace que seamos una empresa que dentro del sector sea reconocida y que, además, fije población en la zona, que es lo más importante.

El viñedo, además, está evitando la desertificación de esta zona: el invierno frío y el cálido verano lo resiste la planta, y ese calor hace una modulación del caldo tremenda. Y eso no ocurre en otros países como Francia, que no tiene la maduración que poseemos nosotros y en el plano de enfermedades tienen que utilizar más productos químicos que aquí. Si allí llueve mucho más, proliferan más el mildiu y los hongos. Por ejemplo, allí casi todas las semanas dan un tratamiento de cobre, por lo que los índices de cobre van aumentando en la planta cada año que pasa.

En su día a día trabaja con clientes incluso internacionales, ¿qué es lo mejor y lo peor que le han dicho a lo largo de su vida sobre su asentamiento en esta tierra?

Lo bueno que tenemos en el exterior es que se nos conoce, pero lo importante es que les guste el caldo. Cuando vas a una cata internacional, tanto al norte de Europa como a Asia, lo importante es que les agrade tu vino, que lo premien. En la cara les ves si les ha gustado o no. Lo peor es cuando te dicen que, a la hora de etiquetarlo, si podíamos esconder el Quijote, porque La Mancha tenía una mala prensa hace unos años y ese estigma aún permanece. Pero estoy seguro que precisamente gracias a ser muy Quijotes hemos ido eliminando ese título que poseíamos.  No obstante, aunque hay que ser Quijotes, también hay que ser Sanchos y hay que ser realistas: lo primero que tenemos que hace res creernos nuestra propia calidad.

¿Cómo cree que será La Mancha dentro de 20 años, de qué viviremos, como serán las ciudades y pueblos de nuestra tierra?

Es imprevisible. El agricultor siempre estará ahí, ya que es luchador y seguirá adelante con lo que venga. El viñedo no es como plantar ajos, sino que es una labor para muchos años, aunque en gran parte de las ocasiones el agricultor sea el apaleado. Que se siga hablando de pagar la uva en pesetas porque si se habla en céntimos de euro es irrisorio, para mí es insultante. El sector se está modernizando, está intentando ahorrar agua, está intentando luchar por salir adelante. Llegará un momento en el que por algún lugar tiene que saltar la liebre. La Administración no está ayudando: las bodegas están llenas de vino del año 2019 y del pasado, ahora viene otra cosecha y, aunque habrá una demanda de vino porque ha habido heladas en Francia, no será suficiente. Lo que hay que dejar muy claro en el exterior es que el alcohol que se saque del vino de La Mancha será de la mejor calidad que ninguno, el vinagre igual…

Por ejemplo, a día de hoy Francia está tratando sus vinos con azúcar, porque ellos no tienen grados en el alcohol, ¿por qué su vino es rosado? Porque la uva no madura. Tratan con azúcar de remolacha… y deberían etiquetar que ese vino se ha hecho con azúcar, pero no lo hacen.  Hoy día, un agricultor además tiene que saber casi de derecho: tiene que presentar papeles, tienes que estar pendiente de no apuntar ninguna palabra mal para que te llegue la subvención… es la pura realidad.

¿Qué hay de Quijote y qué de Sancho a la hora de comandar una empresa agroalimentaria?

Hay que ser Quijotes, porque hay que emprender contra los molinos. Nosotros somos tres hermanos: uno lleva la agricultura, otro la documentación y yo, el menor, llevo el etiquetado. Cuando íbamos a las primeras ferias, nadie acudía, y había que ser Quijotes para seguir apostando por ello. Al final, haces algo para trabajar y para que trabaje más gente, pero no sabes si ha valido o no la pena. Hay que ser Quijotes, porque si somos Sanchos hay que parar y va más despacio todo.

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