“Algo que empezó como un sueño en esta comarca ya tiene sus frutos”. Son las palabras de Jesús Muñoz, presidente de la Asociación Plural LGTBI Mancha Centro, que siente orgullo manchego en su máxima expresión. Nación Mancha se ha acercado al devenir de este colectivo que tiene su centro neurálgico en Alcázar pero que tiene asociados de múltiples localidades como Tomelloso, Pedro Muñoz, Campo de Criptana, Herencia… y este año, desde la asociación, han recorrido diferentes localidades manchegas con el objetivo de reflexionar y concienciar en la lucha contra la LGTBIfobia.
Esta semana se ha aprobado la ley para garantizar los derechos de las personas Trans y LGTBI a nivel estatal, ¿qué supone esto para nuestra comarca?
Supone mucho, sobre todo para las personas trans. Hasta ahora mismo, eran los más indefensos legalmente. Para cambiar su nombre en el DNI y su género, necesitaban pasar dos años en tratamiento médico, haber pasado por un diagnóstico de un psiquiatra y eso, que parece que no tiene importancia, es lo que les influye en el día a día. Estos días hablaba con un chico trans de la zona que en su DNI aún pone el nombre que le pusieron sus padres cuando nació y eso le crea un estigma en la empresa, porque todo el mundo se ha tenido que enterar de que es trans, cuando con esta ley nadie hubiese sabido que lo era.
¿De cuántos municipios proviene vuestros asociados en la comarca y cómo ha sido vuestro crecimiento en los últimos años?
Alcázar, Tomelloso, Herencia, Quintanar, Campo de Criptana, Pedro Muñoz, Madridejos, Villafranca, Puerto Lápice… . El primer año comenzamos siendo gente de Alcázar, Madridejos y Herencia y ahora ya tenemos gente en todos estos pueblos. En cuanto a número de participantes, empezamos siendo unos 10 y ahora estamos unas 40 personas.
¿Cuál es el mejor recuerdo de los últimos años en vuestra lucha en los últimos años?
Para mí, personalmente, una de las mejores experiencias que he tenido fue hace tres años, que nos llegó una madre de un menor trans de Tomelloso. Nosotros somos una asociación de voluntarios, no somos profesionales ni psicólogos, por lo que le dimos información, la dirigimos a otra asociación de menores trans y nuestra mayor alegría fue que a los dos años, en una actividad que hicimos en Alcázar para pintar los bancos, me llamó la madre diciendo que su niña ya había dado el paso a ser mujer y vino toda la familia, con sus padres y hermano, a pintar el banco. Esta misma semana me llamó la madre contenta. Algo que empezó como un sueño en esta comarca tiene sus frutos y le sirve a la gente. Somos referentes para aquellas personas que, como nosotros, nos sentíamos perdidos. Antes nos teníamos que ir a Madrid. Ahora, por lo menos, si no tenemos respuestas, sí que sabemos dónde acudir para escuchar y acoger a este tipo de personas que no quieren sentirse bichos raros en la sociedad.
¿Y el peor recuerdo?
Lo que peor estamos viviendo es que este año, por desgracia, ha aumentado un discurso de odio creado por ciertos paridos de extrema derecha. Hay cosas que estaban ya superadas, pero este año hemos vuelto a tener una tendencia al discurso de odio y violencia verbal. Eso hacía tiempo que no lo veíamos. Esa homofobia hacía años que no la veíamos.
Aunque por fortuna la sociedad ha cambiado su mentalidad de hace unas décadas a esta parte, ¿cuál es el principal miedo a “salir del armario” que puede encontrarse un miembro de vuestra asociación hoy día?
El principal miedo, a día de hoy, es el rechazo por parte de su familia y también el rechazo en su ámbito laboral, que les pueda suponer que no lo entiendan y que al final pierdan su trabajo.
No es igual una sociedad rural que una sociedad urbana a la hora de aceptar la diversidad, ¿qué destacarías de esas diferencias?
Sobre todo, la diferencia es el anonimato. En una gran ciudad puedes vivir tu vida, encontrar recursos, puedes acudir a la cultura… aquí, cuando uno sale del armario, sale toda la familia. Cuando alguien se hace visible, la gente de tu pueblo lo sabe. En una gran ciudad, hay mucha más privacidad, y esa privacidad se pierde para lo bueno y para lo malo. Aquí todo el mundo nos conocemos.
¿Crees que hay peculiaridades propias del carácter manchego a la hora de aceptar o no en nuestra tierra la diversidad y los derechos de las personas trans y LGTBI?
Yo creo que en La Mancha, al final, se vive muy bien y nosotros tenemos que dar un paso para perder ese miedo a mostrarnos tal y como somos. Yo llevo veinte años con mi marido y no he tenido ningún problema con ningún vecino ni en mi trabajo. Los otros son miedos personales que tenemos que superar, posiblemente creados cuando eres pequeño, debido al bullying homofóbico…
Supongo que sí, pero ¿es ahora la comarca un mejor lugar para vivir en materia social que hace años?
Estoy convencido de que la asociación a la comarca le ha venido muy bien. Cuando empezamos hace seis años, no conocíamos ninguna persona trans, porque todas las que conocíamos se marchaban fuera para vivir su vida. De seis años hacia acá, ha sido como un florecer de personas trans en la comarca que para nosotros es un orgullo. Desde hace unos años, es una comarca mucho más diversa y divertida, mucho más inclusiva.
Por otro lado, ¿cómo aventuráis que será nuestra comarca dentro de dos décadas social, económica y culturalmente?
Espero que estos pasos que estamos dando nos hagan una comarca mucho más abierta. Hay mucha gente con la irrupción de las nuevas tecnologías que está volviendo a los pueblos. Si hacemos que nuestros pueblos sean abiertos, en los que te puedas mostrar como eres, tendrás mucho más fácil que la gente que vive en grandes ciudades regrese a sus pueblos. Nuestra comarca, por distancia a Madrid y por buena comunicación, es una buena comarca para vivir. El hecho de tu identidad de género no puede ser un acicate para no venirte.