Francisco J. Tapiador, además de escritor, es catedrático de física de la tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha. En su último libro, “Castilla y La Mancha. Una mirada geográfica” hace un repaso de la geografía de las dos tierras que forman nuestra región. En él mezcla los conocimientos científicos con una visión subjetiva de amante de su tierra y esta mezcla la desarrolla en un lenguaje poético que ensalza las bellezas de nuestra tierra.
¿Por qué se te ocurre hacer un libro sobre la geografía de Castilla-La Mancha?
Porque es un tema que me interesa, además de catedrático de física soy geógrafo, entonces la geografía me gusta. Esta es mi tierra y se me ocurrió que qué mejor cosa que combinar ambas y hacer un libro de prosa poética sobre la geografía de Castilla-La Mancha.
No es un libro al uso de geografía, va más allá de lo objetivo. ¿Cómo ha sido el viaje para escribir libro de este tipo?
Fue a través de conversaciones con compañeros de la facultad y con gente de Castilla-La Mancha, con el editor del libro de hecho, comenzamos a hablar de que había que hacer algo para corregir el desequilibrio que hay sobre la imagen de Castilla-La Mancha en la literatura del S.XIX y principios del S.XX. Esa gente que viajaba por la región, por las carreteras en verano sin saber lo que había alrededor y sin conocer en detalle toda la riqueza ambiental y toda la riqueza verde que hay. Entonces se nos ocurrió hacer esto como respuesta a los libros de viajes como los de Azorín, de hecho la referencia que tomo es la Castilla de Azorín, e intentando no hacer el típico libro de geografía física o humana sino hacer más una visión de prosa y de prosa poética, algo muy sentido. Quería que fuese lo que ve un geógrafo que tiene los conocimientos técnicos pero desde el punto vista más emotivo y más poético sobre esta región tan bonita que tenemos.
Cuando has investigado para escribirlo y ponerlo en contraposición con esa literatura del S.XIX y principios del S.XX, ¿cuál es la mayor diferencia que has apreciado entre esos libros y el tuyo?
Esos libros estaban poco viajados, por decirlo de alguna manera. Eran gente que venían a Castilla-La Mancha muy deprisa y en unas condiciones que no son las óptimas para conocer el territorio. Azorín, por ejemplo, cuando el periódico le pidió que investigara lo que era Castilla, le dio una pistola para que se protegiera en las ventas por las noches por si le asaltaban. Él iba con un carruaje por caminos polvorientos en verano, porque se le ocurrió venir a ver cómo era Castilla y La Mancha en verano, entonces se llevó una impresión de mucha sequedad, mucha aridez, de caminos polvorientos, sitios miserables y todo tierras llanas, porque a la gente que viajaba en el S.XIX no se le ocurría ir por la serranía de Cuenca o por los Montes de Toledo ya que estaban llenos de bandoleros y no había ni infraestructuras ni eran sitios seguros. Sin embargo, hoy en día puedes coger el coche y hacer trabajo de campo como hice para un libro previo que publiqué en una editorial alemana sobre la geografía de España. Además, tenemos fuentes de datos que antes no tenían como todas las estadísticas que tenemos, todas las imágenes de satélite, las imágenes aéreas… un montón de información que antes no estaba disponible.
¿Cómo es separar ese punto objetivo del subjetivo para luego volver a unirlos?
Eso es precisamente lo más complicado del libro, el ir analizando elementos como la geomorfología, que es una cuestión muy técnica, y tienes que trasladarlo a un lenguaje poético. Tienes que bucear un poco en lo que se ha dicho antes, cómo se han tratado estos temas, y luego intentar hacerlo de una manera literaria. Yo que he escrito novelas y poesías he intentado seguir esa línea y hacer una descripción literaria de algo que es muy técnico.
Esto ya se hacía hace mucho tiempo porque en la época romana Lucrecio hizo unas obras intentando explicar temas de física con un lenguaje más literario y luego en el S.XVI y a principios del S.XX se retomó esa línea y lo que he hecho aquí es continuar con ella y darle un toque moderno del S.XXI. El libro es el resultado de ese proceso.
Lo titulas Castilla y La Mancha, que son dos tierras con una geografía diferenciada, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de cada una?
Al titularlo así me dijeron que la comunidad autónoma se llama Castilla-La Mancha, les dije que ya lo sabía y explico el por qué del título en la primera página del libro, que una cosa es el nombre oficial y otra cosa es que esa región, evidentemente, son dos partes. La diferencia entre la Castilla rocosa y La Mancha roja y plana es muy evidente para cualquiera que haya viajado por aquí. Luego también hay una continuidad que se ha perdido con esto de las autonomías porque Madrid, por ejemplo, siempre ha sido Castilla y luego esta Castilla y León arriba que siempre ha sido la Castilla que llegaba desde Santander hasta Sierra Morena. Entonces desde el punto de vista del geógrafo pues eso tiene importancia porque, como digo en las primeras páginas, los animales y las plantas no conocen de fronteras por lo que hay que analizarlo todo desde un punto de vista integrado, aunque luego tengamos una determinada región para que se organice de una manera administrativa concreta y para que todos progresemos más, pero eso es independiente del medio físico.
¿Cuáles son las principales diferencias geográficas entre Castilla y La Mancha?
La roca y la llanura. La Mancha, como he dicho, es la llanura roja y Castilla es la roca. Eso es lo que a grandísimos rasgos se puede definir. Luego dentro de esto hay muchísimos matices claro, porque en La Mancha también hay espacios verdes y espacios de gran interés biológico como los humedales, que son unas joyas que tenemos ahí y comento al final del libro que no hay que desaprovecharlo y hay que cuidarlos porque son recursos para el futuro. Tenemos que cuidar mucho el agua en Castilla-La Mancha porque estamos en una región semiárida y cualquier cambio en el ciclo hidrológico nos puede afectar muchísimo.
En una novela anterior hablas sobre el cambio climático, ¿cómo crees que va a afectar a la zona de La Mancha?
Esto está ya bastante estudiado y las perspectivas no son halagüeñas. Va a haber cambios notables en el ciclo hidrológico y nos vamos a convertir en una región más árida. Eso es un problema porque no solo es que vaya a caer menos agua, sino que va a caer muy a destiempo y es algo que ya estemos viendo que cae lo mismo que caía antes durante todo el año, pero en muy poco tiempo. Esto es muy malo porque no da tiempo a que se filtre, no se pueden recargar los acuíferos, erosiona muchísimo al caer tan de golpe y si cae granizo todos los cultivos que tenemos se acaban destrozando. El ciclo que teníamos de precipitaciones que caían en otoño y en primavera se va a ver muy alterado y eso es un problema muy gordo para la región.
Los humedales los tenemos muy castigados en Castilla-La Mancha. La agricultura, que se lleva el 80% del agua, ha hecho que los humedales y que los acuíferos estén muy afectados. Entonces cualquier cambio que se produzca va a afectar primero a la agricultura y después a los recursos ambientales como son los humedales o los propios acuíferos que es de donde acabamos bebiendo.
A la hora de escribir y viajar, ¿qué te ha llamado la atención que no conocía y que todo el mundo debería descubrir?
Las montañas. No tenemos los Pirineos, no tenemos los picos del sistema cantábrico, pero tenemos sitios muy bonitos. Cuenca es una provincia con mucha masa vegetal y unos montes muy bonitos, los Montes de Toledo hay que saber mirarlos, pero también son muy bonitos, y toda la parte sur de la región también es muy bonita. Todo esto es muy desconocido porque es una región amplia, está lejos, y cuesta llegar ahí. Luego también tienes que tener ciertos conocimientos para apreciarlo porque una persona que no sepa nada de geografía ve verde, alguien que haya estudiado un poco de geografía ve diferentes tipos de árboles, ve las huellas de los animales, ve la acción del clima sobre el relieve, ve como diferentes sustratos geológicos dan lugar a diferentes tipos de árboles, ve la acción humana en las repoblaciones… un montón de cosas que una persona sin esa formación no ve. El libro también va un poco en ese sentido, en que uno cuando se lea el libro salga al campo y vea otras cosas.
Una persona que no conozca nuestra región y que lea el libro, ¿qué visión crees que se va a llevar?
Creo que va a querer venir a la región para disfrutar de las cosas que yo cuento. El libro, al ser prosa poética, tiene un componente de vivencias que yo tengo y que expreso en el libro. Es un libro donde hay mucha emoción porque cuento anécdotas de la infancia, de mis padres, de la gente que he conocido en La Mancha. Cualquiera externo que lea el libro creo que va a decir: “Yo quiero ir a ese sitio a experimentar ese tipo de cosas y a ver las cosas que está contando este señor”.
¿Crees que hay cierto complejo a la hora de presumir de nuestra tierra?
Sí, la idea del libro también es un poco esa, que tú cuando te lo leas seas capaz de contar a la gente cuál es la riqueza de tu región porque no lo sabemos vender. Hay que empezar a admirarlo porque las llanuras, que a la gente les parecen un horror y mucha gente de Galicia o de Asturias que pasan por aquí dicen: “¡Qué horror, todo despejado!”. Oye, a mí me encanta eso de pasear en otoño por un campo recién arado, con la tierra roja y ver el cielo y el horizonte a lo lejos, me encanta y hay que ponerlo en valor.
¿Crees que existe una cultura manchega?
Claro que hay una cultura manchega. Hay una forma de ser manchega, de la que hablo en el libro, que es de gente buena y sana. Yo he viajado mucho por La Mancha y los manchegos son muy buena gente. Es gente muy humilde, que no se las dan de nada, que está a sus cosas y sabe disfrutar de la vida, que es una vida que para cierta gente que está todo el día para arriba y para abajo, todo el día estresada y demás, una vida manchega les ayudaría muchísimo. Eso de estar en el pueblo con los amigos, comiendo, disfrutando del tiempo, disfrutando de paseos y tal es una forma de ser maravillosa. Luego también está toda la parte cultural e histórica como El Quijote, la literatura, el paisaje… Está claro que hay una cultura manchega.