Por Patricia María Illescas Serrano
En ocasiones asociamos este término con grandes superficies urbanas y demográficas, capitales de provincia o lugares de más de 50.000 habitantes, y lo cierto es que muchos de nuestros municipios también pueden denominarse “ciudad”.
Nos sorprenderá conocer que un municipio como Alcázar de San Juan tiene el título de ciudad y Madrid no. Sí, estás leyendo bien, a la capital de España se le otorgó el nombre de villa en 1687, pero nunca el de ciudad y actualmente es conocida como Villa de Madrid y desde entonces no ha cambiado. Luego, ¿es más importante un pueblo manchego que la capital española? Para calibrar la importancia de un lugar u otro (intentando ser lo más objetivos posible), debemos entender cómo funciona el sistema de títulos o categorías urbanas en España.
Desde hace siglos en nuestro país los gobiernos, sobre todo los monárquicos, han concedido títulos que no son más que una condecoración por alguna razón concreta a diferentes núcleos urbanos a lo largo y ancho de nuestro país. El objetivo ha sido referenciar de una manera más o menos privilegiada al lugar en cuestión, dependiendo de su tamaño, de desarrollo económico o de su importancia histórica, cultural o patrimonial. Las consecuencias además de algunas referencias ornamentales como “la muy noble y leal ciudad de…”, eran tales como la posesión de ciertos privilegios a nivel jurisdiccional sobre otros lugares de menor rango como la villa, pueblo, aldea o caserío. Actualmente son meros títulos honoríficos para designar el nombre de algunas ciudades como vestigio de la nomenclatura histórica de dicha ciudad. Áreas urbanas cosmopolitas tan extensas como Bilbao, Madrid o Gijón, carecen de este título, no obstante su desarrollo económico y demográfico es mucho mayor al de algunos pueblos de La Mancha y otras regiones españolas que sí lo contemplan en su nombre este suntuoso título.
Son varios los municipios que conservan este título, y además de algunos conocidos como las capitales de provincia de Albacete y Ciudad Real y otros pueblos como Almagro, Puertollano, Villarrobledo o Daimiel las más destacadas de la zona norte de la región son algunas como la mencionada Alcázar de San Juan, que recibió dicha condecoración en 1877 por el Rey Alfonso XII para premiar el desarrollo industrial que había logrado el municipio gracias a la llegada del ferrocarril, lo que asentó uno de los núcleos de población más fuertes de toda La Mancha. Ciertamente la estructura empresarial, comercial y demográfica que presenta la localidad alcazareña es muy urbanita, posee todos los servicios básicos e imprescindibles que son propias de una gran ciudad. Lo mismo ocurre con Tomelloso, otra ciudad que guarda su título y hace gala del mismo desde que se le otorgó en 1927, en este caso fueron los tomelloseros los que solicitaron el título. Y es que a mediados del siglo XX, y quizá mucho antes, ya eran líderes en la producción y comercialización de vino, lo que les dio la hegemonía en el sector así como la oportunidad de ser recompensados por semejante desarrollo agrícola, aunque quizá ese ímpetu por ser reconocidos provenga de su rivalidad jurisdiccional con Socuéllamos durante, ya que hasta el siglo XVII Tomelloso era una pedanía socuellamina.
Sea por una razón o por otra el título de ciudad queda perenne en la historia y nombre de los pueblos de La Mancha, cuyos logros que los llevaron a dicho reconocimiento siguen vigentes a día de hoy.