¿Por qué los manchegos celebran esta festividad? Conozcamos el origen de una de las celebraciones onomásticas más arraigadas en nuestra región.
Aunque San Antonio Abad, conocido como San Antón, vivió en Egipto allá por el siglo III d.C, tiene una gran relación con la cultura, tradición y folclore en La Mancha. Y es que cada 17 de enero, día en que falleció el santo a la edad de 105 años, todos los pueblos manchegos celebran esta festividad con ritos de lo más curiosos y peculiares en nuestra región. Todas las celebraciones en torno a esta tradición abren el ciclo de fiestas populares a mediados de enero como la primera del año, muy pocos días después de la Epifanía del Señor (Día de Reyes), por lo que apenas nos da tiempo a “descansar” entre fiesta y fiesta, incluso muchos manchegos consideran San Antón el colofón de las navidades, una larga y variada celebración en la que termina un año y comienza otro.
¿Por qué tiene más presencia la tradición de San Antón en la Mancha?
De acuerdo con la tradición cristiana este santo, además de ser precursor de la vida monástica, se le conocía por ser un ermitaño cuya vida se dedicó a ayudar a otros a encontrar la vocación de oración y austeridad, pero sobre todo San Antón fue conocido como patrón de los animales, a cuyo cuidado estaba dedicado en cuerpo y alma, habiendo uno concreto que le causaba mayor estima: el cerdo.
Se sabe que a partir de la Edad Media en todos los territorios de la Península Ibérica cobró gran importancia la festividad de San Antón, no obstante la tradición se arraigó hasta la actualidad únicamente en las regiones más rurales del territorio, probablemente debido a la importancia de la ganadería en la cultura de la zona y la costumbre de hacer matanza en esa época del año.
Costumbres más antiguas
En la época medieval, durante el mes de enero era costumbre soltar a estos animales para que vagaran libres alimentándose, y por el miedo de que algún indeseable los robara, se le encomendaba a San Antón su protección, de modo que nadie se atrevía a tocar un animal bendecido por el santo. Es más si nos fijamos, en la iconografía cristiana de la representación del cerdo, el animal lleva una campanilla atada al cuello, que al escuchar su tintineo los vecinos del pueblo salían a echarle de comer, por lo que se convertía en responsabilidad de la comunidad “cebar” al gorrino para poder disfrutar más tarde de él en una gran celebración en la que todos participaran. Los cerdos, que son animales inteligentes, se acercaban a las casas donde más comida les daban, por lo que el sonido de la campana y la presencia de ellos en determinados hogares, indicaba la riqueza y opulencia de las familias que las habitaban. Todo aquel que pudiera, quería aparentar y su objetivo era que los cerdos anduvieran por los alrededores de sus casas para que el pueblo viera cuan de generosos eran.
Del mismo modo se reunían entorno a una hoguera cuyo origen pueden tener varias causas. La primera y más probable es que debido al frío de enero, los vecinos recogían leña entre todos y se juntaran en torno al calor del fuego. Otra razón más mística se vincula con una enfermedad común en la Edad Media, llamada el “fuego de San Antón” o “fuego sagrado”, una epidemia que asolaba a la población en aquella época, y que junto con otros ritos, creían que la presencia de las llamas en honor al santo, purificaría a los presentes librándoles de esta dolencia.
En la actualidad
Como muchas otras costumbres originadas en tiempos inmemorables, aunque la razón primigenia de determinadas celebraciones no se conserve o se recuerde, en La Mancha siguen arraigadas tradiciones tan antiguas como la hoguera de San Antón, cuya festividad simboliza la bendición del año cristiano para todos los pueblos que lo veneran. Los manchegos honran esta fiesta local con varias hogueras particulares con la intención de reunir o juntar a amigos y familia, además de haber una grande organizada para todo el pueblo para disfrutarla en comunidad. También es costumbre llevar a las mascotas a la iglesia para que el cura los bendiga, como lo hubiera hecho San Antonio. Una vez apagado el fuego de enero, sabiendo que el año comenzó, podemos decir que hemos sido bendecidos por San Antón.