Alfonso Montero: “Todavía queda mucho por descubrir en Socuéllamos”

Montero es uno de los copropietarios de la Casa de la Inquisición en Socuéllamos y vicepresidente de la Asociación de Historia de la Villa de Socuéllamos. Nos cuenta cómo ser encargado de conservar uno de los hitos patrimoniales de la localidad.

Podríamos decir que Socuéllamos fue la mano dura de la Inquisición en la zona norte de la Mancha cuando a partir en 1524 se registra el primer proceso juzgado por el tribunal contra Bartolomé López Merino, acusado por afirmar que era un Familiar del Santo Oficio, siendo falso su cargo. Estos “familiares” eran informadores inquisitoriales de la localidad encargados de deliberar sobre la acusación antes de enviarlos al Priorato de Uclés. El edificio del que hablaremos era la casa de uno de estos enlaces con la Inquisición, y de los mejores conservados del territorio. Hablamos con uno de sus propietarios.

¿Qué relación había entre la Inquisición y la Villa de Socuéllamos?

Lo cierto es que estos títulos de “familiares del Santo Oficio” estaban comprados ya que proporcionaba ciertos privilegios o prestigio. Hay un momento clave en relación al número de procesos a raíz de la expulsión de los moriscos en 1570, cuando estos nuevos cristianos se distribuyen por La Mancha, y comienzan a asentarse en la zona, muchos de ellos en nuestro municipio. Su conversión había sido forzosa, por lo que en secreto (y no tan secreto) seguían manteniendo sus costumbres y ritos musulmanes, lo que produjo un choque cultural con los cristianos viejos, y encendió las alarmas de la Inquisición. Los casos más comunes en la época eran juicios por brujería o hechicería, que no era más que el mantenimiento de su cultura, contraria a la católica. A finales del s. XVI hubo más de 60 procesos judiciales llevados a cabo desde la Casa de la Inquisición.

¿Cómo es este edificio histórico? ¿Qué partes se conservan?

Lo más significativo es el escudo, uno de los más grandes y mejor conservados de este tipo de edificios, con un blasón compuesto con 4 cuarteles, uno con la cruz de la Inquisición, y otros 3 con la heráldica de esos familiares del santo oficio y propietarios de la casa. En sí la fachada es una huella de este contexto histórico, donde también se conserva la entrada de carruajes. Del interior no hay muchos datos, he oído que hay una cueva donde hay vestigios de la operatividad de inquisidores, con grilletes y otras pruebas de su actividad, pero personalmente lo dudo. Creo que simplemente se traía a los acusados, se les juzgaba, se arrepentían y se les perdonaba, no creo que hubiera torturas ni nada parecido, pero quién sabe.

¿Cómo se fomenta el turismo del inmueble en la villa?

Los copropietarios intentamos conservar lo mejor posible el edificio, al menos la fachada, que es lo único que puede visitarse por el momento, ya que el interior es una residencia privada de alquiler. Hemos colocado carteles informativos para los que quieran saber sobre la casa, que está ubicada en el centro histórico de Socuéllamos, además tenemos muchos planes en mente para seguir dándola a conocer.

¿Cuál es tu función como propietario?

Yo compré mi parte en 2021, movido por la pasión que tengo por la historia y con la intención de potenciarla, no obstante, sabía que era un compromiso con ciertas consecuencias y el “cargo” de poner de mi bolsillo trabajos de conservación, además de que a efectos fiscales tiene muchas complicaciones, aún así vale la pena. De hecho, de no ser por los propietarios y la ley que les ha obligado a conservar y proteger los edificios como esta casa, el Concejo-Ayuntamiento, la parroquia o la Casa de Encomienda, Socuéllamos no tendría nada que enseñar.

 ¿Se ha hecho todo lo posible por conservar el patrimonio de Socuéllamos?

Está claro que si han llegado estos restos hasta nuestros días es porque algo se habrá hecho bien, pero siempre se puede hacer mejor. Tenemos casos en la localidad como el Convento Trinitario datado de 1600 que está prácticamente abandonado y es una pena. Apenas se han hecho investigaciones y excavaciones en la casa y las pruebas no indican que hubiera mucho más que la vivienda de un informante eclesiástico, pero quien sabe si tras los muros existen cuartos de torturas o salas de juicios que conviertan el lugar en un caso único de la historia de la Inquisición en la Mancha o en España. Sería interesante descubrir lo que hay y aprovecharlo como reclamo turístico en la localidad, porque lo cierto es que todavía queda mucho por descubrir en Socuéllamos.

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