Nacer en esta tierra, quizá, le hizo volar alto. Mucho. “Soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imposible, correr donde valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable. Ese es mi destino”, que dice El Quijote. Y eso buscó y halló Arnelio Cruz sin perder la sal de los suyos. Jamás. Porque se ha quedado aquí a cultivarse y recrearse como artista: tiene su residencia en Alcázar de San Juan y el taller lo mantiene en su localidad natal, Villarta de San Juan. Este mes de septiembre es protagonista en Nación Mancha.
En primer lugar, ¿cómo y cuándo nació su proyecto?
Ser diseñador ha sido mi vocación desde pequeño, prácticamente desde los 6 años, edad en la que le dije a mi madre que quería serlo. He nacido con ello, mis padres me han apoyado y han apostado porque yo estudiase y evolucionase dentro de este mundo. En la tienda, dedicado en el taller, llevo 22 años.
¿Cómo se hace un diseñador y cómo crece en esta tierra como tal?
Estudié en Tomelloso el Bachillerato artístico, me fui a Madrid a la Escuela de Arte número 2 y allí cursé una diplomatura implantada desde 1961. Desde el primer año tuve la suerte de compaginar los estudios con las prácticas, algo que me hizo curtirme mucho en este trabajo.
Un sastre de toreros que se llama Justo Algaba quería contar con un chico en el taller y yo me lancé. Con él estuve seis meses y la verdad que le tomé muchísimo cariño a aquel mundo: el proceso de costura de un traje de torero es una auténtica belleza y aquello me conquistó. Pero no podía continuar en la tienda porque aquello tenía unos límites y yo quería seguir estudiando, ya que acababa de llegar a Madrid.
Desde aquel momento, estuve trabajando con personajes del mundo del diseño como Manuel Fernández o Agatha Ruiz de la Prada, y por último me centré en Vacas Flacas, marca dedicada a hacer ropa reciclada. Aquel fue un mundo por descubrir para mí. Aunque no fuese a lo que me quería dedicar, aquello me marcó un carácter. Haber estado con gente tan diversa, me ha hecho muy versátil y eso se ha ido acentuando con el paso de los años: me gusta participar de diferentes estilos para crecer como artista.
¿En qué momento se encuentra su carrera actualmente?
Ahora mismo creo que estoy en un buen momento, definido como alto, porque después del año en blanco que hemos pasado, a partir del mes de abril se revitalizó todo y tener que realizar trabajos con bastante premura y con mucha ligereza te hace a veces agilizar la imaginación, y eso siempre es bueno para un artista.
¿Por qué y cómo La Mancha ha sido lugar de inspiración para usted como diseñador y qué aspectos han sido los que más le han elevado para alcanzar su obra?
He tenido claro siempre que tenía que volver a aquí. Estuve trabajando en la empresa Manuel Román y Compañía, en Madrid, que hacían muñecos móviles para la televisión. Estaba a gusto en Madrid, y para mí es como mi casa también, porque es una ciudad que me cautiva, pero tenía claro que, a la hora de desarrollarme, quería asentarme en mi tierra.
¿Por qué no es necesario volar de aquí para llegar alto?
Siempre diría que hay que apostar por los nuestro. Yo tuve suerte cuando monté la empresa, ya que me concedieron una ayuda desde la Junta de Comunidades, y eso me facilitó mucho las cosas. Ahora, con la pandemia, no podemos quejarnos porque tanto a nivel regional como local, hemos tenido la suerte de contar con apoyo institucional.
Con las técnicas y los medios actuales, ¿cree que un artista y diseñador joven puede desarrollarse por completo en esta tierra? ¿Por qué apostar por ella para desarrollar la parte artística de un ser humano?
En Madrid es verdad que te puedes desarrollar, pero si uno realmente tiene claro un proyecto, siempre será más fácil ponerlo en marcha en tu entorno, en un sitio tuyo, entre tu gente.
Participó en el cortometraje “Sancho” de la mano de Hugo de la Riva, que logró el premio a mejor cortometraje en el Tri-Cities International Film Festival organizado en el estado de Washington, en Estados Unidos, ¿cómo fue la experiencia?
Aquella fue mi primera incursión en el tema de la cinematografía. Yo había hecho cosas para teatro, pero para cine la perspectiva es totalmente distinta: la ropa tiene que evocar mucho la época, y además, hacerlo con las características del corto de Sancho, que la hace más especial aún. Ha sido una experiencia maravillosa. Con Hugo, tanto en lo profesional como en lo personal, tengo una gran conexión. Además, el equipo humano, desde actores a técnicos, fue maravilloso.
¿Cómo ve un artista el futuro de La Mancha dentro de 20 años?
Yo es que siempre he visto que La Mancha tiene una base muy buena de artistas de todos los géneros: si empezamos a mirar y a observar, hay grandes actores, músicos, cantantes, diseñadores… Yo miro el futuro de esta tierra desde mi campo de manera optimista.