Por Manuel Rubio Morano, miembro de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan
Josefina Hernández Meléndez, más conocida por su nombre artístico Josita Hernán (Mahón, 25 de febrero de 1914 – Madrid, 6 de diciembre de 1999) gran actriz cinematográfica, diva del teatro, directora de su propia compañía teatral, profesora de Teatro Español en el Conservatorio Nacional Superior de Arte Dramático de París durante veintidós años, Agregada Cultural de la Embajada de España en Francia, pintora y escritora; pero sobre todo una gran amante de Alcázar de San Juan, de sus gentes, de sus paisajes, de sus costumbres y de sus molinos
El súbito enamoramiento, que ya nunca desaparecería, entre Josita y Alcázar surge a finales de la década de los años cincuenta cuando, en diciembre de 1958, llega a nuestra ciudad invitada por el Excmo. Ayuntamiento para dar una conferencia titulada “Nosotros, los cómicos”, dentro de las programadas en el III Ciclo de Conferencias organizado por el Aula de Cultura.
Desconocemos los lugares que visitó, las personas que conoció y el tono de las conversaciones que mantuvo durante su estancia en Alcázar, pero lo cierto es que de esta visita surgió en el seno del Ayuntamiento la idea de rehabilitar un viejo molino de viento para regalárselo; ofrecimiento que de inmediato le hizo su entonces alcalde Don José María Aparicio Arce.
De vuelta a Madrid, Josita Hernán publicó en el diario Pueblo el artículo titulado “este molino mío…” del que se desprende, sin ningún género de dudas, su aceptación y la inmensa alegría que el ofrecimiento le causó. Entre otras cosas dice:
“Dentro hay un gran cuarto circular y una escalerilla de madera que me lleva al piso superior. Torreta de faro sobre el mar de La Mancha, abre sus ventanillas alrededor del muro para dominar a un tiempo todos los meridianos.
El cielo es, al Sur, como porcelana frágil de color turquesa; al Este se amorata, y en Poniente hay un batallar de fraguas al rojo vivo.
– ¡Viejo molino, que parece estar enraizado en el paisaje desde el principio de los días! ¡Viejo molino, que acaban de ofrecerme (¡oh, generosa esplendidez manchega!) y yo contemplo conmovida, porque más que pertenecerme él a mí siento como si fuera yo quien le perteneciera…
– Cobres, alacenas de celosía, lino almidonado (como la novia que prepara el hogar para sus bodas), tinajones de barro, serones (para sus bodas con esta tierra esplendorosa de Alcázar), pieles de carnero, vajilla talaverana”.
Para cumplir con su gratificante compromiso el Ayuntamiento de Alcázar, a través del Centro de Estudios Alcazareños, decide rescatar de sus ruinas a un viejo molino de viento llamado “El Nuevo”, propiedad de Don Crisóstomo Tejera Cencerrado, quien accede a venderlo con el único objetivo de que sea rehabilitado y posteriormente regalarlo a Josita Hernán, en el convencimiento que ello repercutirá en beneficio de Alcázar.
La adquisición se efectúa el 14 de julio de 1959 en la cantidad de dos mil quinientas pesetas, incluidos 1.600 m2 de parcela. Esta buena nueva se le comunica a Josita en una carta que le envían el 18 de julio desde el Ayuntamiento, anunciándole también que las obras de rehabilitación comenzarán en breve y adquiriendo el firme compromiso de inaugurarlo durante el verano siguiente.
A este molino se le llamaba “El Nuevo” por ser el último que se construyó en Alcázar a comienzos del siglo XX; está ubicado en el cerro que hay detrás de la Huerta de la Fuente, paraje de las Fontanillas, también llamado Santanillas, junto a la carretera de Alcázar a Miguel Esteban y fue el último molino que funcionó en Alcázar, dejando de moler en 1939.
Una vez en su poder, el Centro de Estudios Alcazareños restaura el molino y lo entrega formalmente a Josita Hernán, con el nombre de “El Doncel”, en una cena-homenaje que tuvo lugar el 17 de julio de 1960. A continuación de la cena, tras una función del Cine Club Alces, intervinieron Josita Hernán y algunos de los alumnos que le habían acompañado desde París.
Como curiosidad hay que resaltar que el tarjetón de la invitación al acto llevaba impresa, en su reverso, una reproducción de la partida de bautismo de Miguel de Cervantes que se conserva en la parroquia de Santa María la Mayor, lo que fue muy celebrado por las personas que la acompañaron desde Francia y guardado como un gran recuerdo de su estancia en La Mancha.
Entre los distintos actos que se celebraron en esos días, destacar la interpretación que los alumnos del Conservatorio hicieron, a las puertas del molino, de la obra satírica “El Diablo cojuelo”, de Luis Vélez de Guevara. Y las dos que hicieron en el Teatro Crisfel: la comedia “Chinchín comediante” de Pío Baroja y la obra dramática “Los empeños de una casa” de la mejicana Sor Juana Inés de la Cruz.
La noticia de la entrega del molino fue ampliamente recogida por los principales diarios nacionales de la época: Pueblo, Ya, El Alcázar, Arriba o Diario Lanza, así como en las emisoras de radio más importantes.
Como ejemplo de todas ellas reproducimos un extracto de la crónica aparecida en el diario Pueblo:
“En Alcázar de San Juan, en plena tierra manchega, acaba de inaugurarse un molino de viento. Los cronistas líricos tienen una noticia tentadora para echar a volar la fantasía…
La Jefatura Local del Movimiento y el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan entregaron el domingo las llaves de un molino de viento a la escritora y actriz Josita Hernán…
Josita Hernán llegó a Alcázar de San Juan con sus discípulos del Conservatorio de Arte Dramático de Paris… Nadine Verdier, la actriz principal de este elenco, que declama en español nuestra literatura del Siglo de Oro, se quedó perpleja cuando el alcalde de Alcázar de San Juan le entregó una tarjeta con la fotocopia de la partida de bautismo de Cervantes…
Josita Hernán ya queda ligada de por vida a la Mancha y a esta villa histórica de Alcázar de San Juan. Desde París, donde enseña teatro español, esta silueta del molino de viento ilustrará los textos de Cervantes. Todos sus discípulos serán testigos de excepción y podrán dar fe de que… En un lugar de la Mancha…”
Y esta otra crónica que publicó el diario provincial Lanza:
“Como continuación de los actos que tuvieron lugar el domingo en Alcázar de San Juan, donde, como es sabido, se hizo entrega a Josita Hernán, de un Molino de Viento, construido a expensas del Aula de Cultura y Obra Social de la Falange, para regalar a la ilustre actriz española, en pago a su acendrado amor a nuestra región manchega. Las alumnas del Conservatorio Nacional de Arte Dramático que Josita Hernán dirige en París representaron en el Teatro Crisfel de Alcázar algunas obras breves de Valle Inclán, Pio Baroja y Sor Juana Inés de la Cruz…”
Durante ese mismo verano, el de 1960, Josita, excelente escritora, quiso rendir su particular homenaje a La Mancha escribiendo un artículo titulado “Una noche en Alcázar de San Juan. Homenaje a La Mancha”. En el que leemos:
“La molinera abre el ventanuco de su molino, y su cabecita mancha el rectángulo luminoso como una promesa de pecado.
Verdad sin límite de esta bendita tierra por la que todos los españoles deberían hacer un peregrinaje de señorío y de espíritu.
Se iluminan los molinos -enharinados de luz- y un gallo despertador pone en movimiento las nubes hacendosas.
En las aspas cansadas se despereza el día”.
Tico Medina, en otro artículo aparecido en el GUÍA de 1962, titulado “Alcázar de San Juan en mi recuerdo”, dedica estas palabras a su gran amiga Josita:
“Aquí está el molino de viento de Josita Hernán, nuestra entrañable Josita; el molino llamado el Doncel que domina el soberbio paisaje de los hombres y las tierras. Josita ha escrito, asomándose a la vieja ventana en la que en su tiempo soñaría la hija del molinero esperando al hombre de su vida: Esqueleto de vida, eje del mundo, alma de espada. Solo se advierte lo esencial de las cosas. La Mancha rehúsa todas las gasas, todas las plumas, todas las flores con que se adornan los espíritus débiles. Su belleza está despojada de todo lo inútil y lo falso y lo tierno”.
La firma de la cesión oficial de “El Doncel” se efectúa durante un segundo acto, celebrado el 15 de agosto de 1962, en el que Josita se impone la obligación de cumplir con la finalidad para la que fue realizada la reconstrucción del molino y no dedicarlo a otros usos distintos.
A continuación, Josita Hernán, ya dueña de la parcela y del molino, los dona en nuda propiedad al Centro de Estudios Alcazareños, con lo que quiere patentizar su simpatía y afecto al pueblo de Alcázar de San Juan, reservándose el usufructo del mismo para sí y sus ascendientes y descendientes hasta el cuarto grado. El director del Centro de Estudios Alcazareños acepta y agradece la donación que el pueblo de Alcázar de San Juan recibe.
Desde el primer momento, Josita pasa en su molino todo el tiempo que le dejan libre sus múltiples ocupaciones, estando acompañada en infinidad de ocasiones por importantes personalidades de la sociedad y de la política española y francesa, que comparten con ella la ilusión y la delicia de vivir a la sombra de un molino de viento.
Pero Josita Hernán, ya alcazareña de adopción, ya lo era de corazón, tampoco descuida otras facetas de colaboración con Alcázar y así, en 1965, dentro del IX ciclo de conferencias de la Casa de Cultura, vuelve a dar otra conferencia titulada “Exaltación navideña”.
O en su aportación al homenaje que se le rinde al Dr. Mazuecos en 1968 (Fascículo XX de Hombres, lugares y cosas de La Mancha) en el que escribe: “Para los que hemos plantado nuestra partida de nacimiento de un modo simbólico, como una bandera, en el corazón de La Mancha, a la augusta sombra de Cervantes, la labor de Mazuecos tiene una valía mayor aún porque nos ofrece en la palma de la mano el conocimiento de la pequeña historia de nuestra tierra… Yo, por Mazuecos, me siento más hondamente alcazareña”.
Y en esa misma línea de total colaboración también está lo que leemos en una carta que envía al Centro de Estudios Alcazareños, el 27 de enero de 1967, solicitando dos ejemplares de la revista Noria:
“En ausencia del director del Liceo (se refiere al Liceo Español de París) he explicado yo sus cursos de literatura y –naturalmente– al hablar de Cervantes hablé de Alcázar, expliqué las razones cronológicas que reafirman nuestro punto de vista, pero no queriendo desprenderme de mi ejemplar de Noria y creyendo interesantísimo que los jóvenes futuros bachilleres se enteren bien, le agradecería muchísimo que enviase dos números a nombre del director.”
Naturalmente… nuestro punto de vista. Nada que agregar. Qué gran embajadora tenía Alcázar en Josita Hernán.
Durante todos los veranos, los alumnos del Conservatorio de Arte Dramático de París acompañaban a Josita Hernán a Alcázar y bajo su dirección interpretaban diversas obras teatrales, preferentemente relacionadas con el Teatro Clásico Español, siendo uno de sus escenarios preferidos el Museo Arqueológico Fray Juan Cobo, edificio que hoy es conocido como Capilla del Palacio, en donde, una vez rehabilitado, se instalaron los mosaicos romanos encontrados cerca de allí en 1953, y entre los que dieron algunas representaciones encantados de actuar y fotografiarse junto a esos extraordinarios vestigios de la historia de Alcázar.
No hemos podido documentar los títulos de las obras que representaron entre los años 1962 y 1969; sí sabemos que en el verano de 1962 interpretaron cuatro obras y en 1970 representaron, entre otras, la tragicomedia “Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín” de Federico García Lorca.
En la temporada del año 1971 representaron “Estampa sacramental del siglo XV” de Gómez Manrique, “Tabernero, cruz y raya” de María Antonia de Aunós y “El mundo de Damasco” de Dámaso Alonso.
En la temporada 1972 “La voz humana” del francés Jean Cocteau, “Las aceitunas” de Lope de Rueda, “Engañado y contento” de Lope de Rueda y “Me llamo barro” de Miguel Hernández.
Y en la temporada 1973 “Los habladores” entremés de Miguel de Cervantes, “Tragedia de ensueño” de Valle Inclán y “Poesía escenificada” de Vázquez de Zafra.
Desconocemos las obras representadas durante los veranos siguientes, aunque si podemos afirmar que hubo representaciones en 1974 y 1975. Quizás las del verano de 1976, si las hubo, fueron las últimas, porque con fecha 19 de noviembre de 1976 José Luis Samper recibe una carta de Josita Hernán en la que le dice:
“Ya sabías que no estoy en París pues mi salud es menos que regular y los médicos me prohíben viajes y trabajo ¡un asco! Por ello no vamos por mi Alcázar, (con mucha pena) (El otro día vimos “El Doncel” en la T.V. y a mí se me llenaron los ojos de lágrimas) El Doncel que está por dentro destrozado (¿Quién el mala idea?) ¡qué pena! Confío en restablecerme y me ilusiono con la idea de volverlo a arreglar y amueblarlo todo de nuevo ¡amén!
Echo mucho de menos a todos los amigos de ahí, al paisaje…”
Extraordinario, subraya “mi”. ¡Que amor hacia Alcázar, que ilusión por empezar de nuevo, por reconstruir lo destrozado! No sabemos si eso fue posible, personalmente no hemos vuelto a saber de ella; creemos que, a pesar de la gran pena que le embargaba, todo se quedó en la mera intención de volver a disfrutar de su molino como había hecho durante dieciocho años sin perderse ni uno solo. Quizás esta carta, sin ella saberlo en ese momento, era su despedida de Alcázar.
Pero Josita Hernán amaba tanto a Alcázar de San Juan y se sentía tan alcazareña que su gratitud no podía quedarse en la sola cesión del molino, por lo que en sus viajes anuales desde París siempre venía cargada con cuadros pictóricos que donaba generosamente a la localidad. El número de cuadros donados fue aumentando con el paso de los años y acabó siendo una cantidad importante, por lo que de común acuerdo ambas partes, Josita y Ayuntamiento, decidieron exponerlos en un recinto permanente, que también llamarían “El Doncel”, desde entonces la Galería de Arte-Museo “El Doncel”.
En 1966, finalizada la restauración del Torreón de Don Juan de Austria, se instaló en su primera planta el “Museo Municipal de Heráldica” con reproducciones de los apellidos históricos más importantes de Alcázar.
En 1968, en su segunda planta, se instala la Galería de Arte-Museo “El Doncel”, en donde definitivamente quedó expuesto todo el fondo pictórico que hasta ese momento había donado al municipio Josita Hernán.
Hay constancia de que, en los años 1969, 1970 y 1971 se amplió el museo y se catalogaron las nuevas obras donadas.
En el Guía de 1972 del Centro de Estudios Alcazareños, en su sección Vida Cultural, aparecen catalogadas todas las obras de arte expuestas en el Museo.
En 1973 se ornamentó la sala expositiva y se catalogaron obras de P. Amat, Antonio Hernán y Gaeteau Dumas.
En 1975 se catalogan nuevas obras de pictóricas, en este caso de artistas franceses. Después de este año no hemos encontrado nuevas aportaciones, pero ya entonces la obra expuesta había alcanzado una importancia relevante, tanto en cantidad como en calidad.
En la entrevista que para el diario Lanza le hace Pascual Antonio Beño, publicada el 24 de octubre de 1973, leemos:
”Uno de los monumentos más representativos de Alcázar de San Juan es el Torreón de Santa María. Su imponente mole se yergue dominadora sobre los edificios que la circundan… Y allí, en esa imponente fortaleza se encuentra, hoy por hoy, el único museo de nuestra provincia, legado de Josita Hernán.
Conozco pocos casos de amor a la Mancha como éste. Josita Hernán vive una profunda pasión amorosa con la tierra de D. Quijote, y esa pasión se ha convertido en entrega: no solo acude fiel a la cita todos los años con Alcázar de San Juan, sino que ha querido quedar para siempre de alguna manera en el pueblo, creando un importante museo de pintura.
– ¿Qué guarda el museo del Torreón?
– Todos los cuadros que he podido reunir a lo largo y a lo ancho de mi vida. En él están representados todos los estilos y todas las naciones: no hay discriminación. De todas formas, se trata de un museo en gestación. Todavía faltan muchas obras por adquirir.
Josita Hernán ama la pintura y es una consumada pintora. Sus vacaciones en Alcázar es una tregua bien aprovechada para practicar esa secreta ambición… sus cuadros, bien cotizados, han sido expuestos en Francia y en España.
– Los buenos pintores son los que tengo aquí reunidos en el segundo piso del Torreón. Yo solo soy una aficionada.
Visitamos el interior del Torreón. Es impresionante. En la segunda planta está el museo. Subimos por una escalera de piedra adosada al muro de una gran belleza. Y al fin desembocamos en una amplia y bien iluminada estancia, digno joyero de las obras de arte que cuelgan en sus paredes.
Me llama sobremanera la atención un fino dibujo de Picasso, tentación de ladrones. El dibujo tiene una historia: el donador tuvo que esperar varios días en la puerta de la casa de Picasso para conseguirlo.
Hay un magnífico cuadro de Miloud Boukerche, primera medalla de oro de la Exposición de París; un Tella, también medalla de oro, un Massol…
– Este que ves aquí es un Gutiérrez Navas; aquel un Leo Schmidt; más allá un Barba de Ugarte. Hay pintores de todas las nacionalidades, pero principalmente franceses y españoles.
– Y la Mancha ¿no está representada en sus pintores?
– Aquí tienes un Samper… mira, un lienzo de José Herreros. El último lienzo que acabo de adquirir es obra de una estupenda pintora de Argamasilla de Alba: Pilar Amat…
-Sin embargo, no vayas a creer que estoy completamente satisfecha del museo: está en sus inicios, aún quedan muchos cuadros por adquirir.
Pero ha terminado el largo y cálido verano. Josita regresará a París cuando el olor a mosto y a vendimia se esparza por las calles de Alcázar… El año próximo volveremos a encontrarnos cuando el Conservatorio de París se traslade a la Mancha para representar por sus pueblos las mejores muestras de nuestro teatro… Durante un año trabajará en la capital de Francia y luego, a su regreso, traerá nuevos cuadros para su museo y nuevos estudiantes franceses para que celebren en la Mancha su confirmación artística.
En Josita Hernán no hay melancolía por el pasado; solo inquietud por el porvenir… Su gran pasión, su amor más profundo, es la creación sin límites y las tierras y paisajes de nuestra Mancha. No hay doble vida, no hay decadencia, ni añoranza del pasado, no hay endiosamiento ni mistificación. Es algo natural y sencillo como una espiga, una cardencha o un cántaro de agua; una manchega universal, una gran dama española que españolea divinamente en París”.
En 1978, la XLVII Publicación el Centro de Estudios Alcazareños, estuvo dedicada exclusivamente, a modo de catálogo, a reseñar y reproducir las obras expuestas en la Galería de Arte – Museo “El Doncel”. En su presentación se dice:
“Josita Hernán ha querido perpetuar el paso por su Molino de Viento El Doncel, de los artistas que han honrado con su visita a Alcázar de San Juan, ciudad a la que ella tanta ama. Y ningún emplazamiento podía concitar en su torno más motivaciones que el Torreón del Gran Prior, histórico faro alcazareño por excelencia.
Con la publicación del presente Catálogo, permanentemente abierto a nuevas incorporaciones pictóricas, Alcázar de San Juan, quiere agradecer muy sincera y públicamente a Josita Hernán su bello gesto de donar el legado Pictórico que lleva su nombre, así como a los artistas que cedieron su obra, el reconocimiento más entrañable por su excelente colaboración en el quehacer cultural del Corazón de La Mancha”.
Sigue la publicación enumerando, hoja por hoja, el título y el autor de los 31 cuadros que componían en esa fecha el fondo del museo. Según vemos se exponían 21 oleos, 2 acuarelas, 2 dibujos, 2 pastel, 1 collage en metal, 1 collage, 1 grabado y 1 sin especificar; en diferentes técnicas y estilos pictóricos.
Tres años después, en 1982, José Luis Samper en un elogio a Josita titulado “A ti Josita Hernán, desde Alcázar”, publicado en el programa de Feria de ese año, habla del museo “El Doncel” y enumera a los autores de las obras expuestas, coincidiendo básicamente con los relacionados en el catálogo, por lo que deducimos que los cuadros aún estaban colgados de sus paredes.
Con el cierre definitivo de la sala de exposiciones del Torreón de Don Juan de Austria la luz de ese “faro del arte en la Mancha”, como alguien acertadamente lo llamó, se apagó definitivamente, aunque quedó latente la esperanza de volver a ver su fulgor en un nuevo proyecto museístico ya que, en el programa de Feria del año 1979, el concejal del Patrimonio Municipal, en un artículo titulado “Al pueblo de Alcázar”, habla de la riqueza pictórica de la ciudad enumerando un total de 141 obras, 44 de ellas expuestas en la Galería de Arte-Museo “El Doncel”, y lanza el siguiente proyecto: “al serle devuelto al pueblo el edificio de Santa Clara se ha pensado que una vez restaurado, habilitar una de sus naves en museo de pintura y de una forma permanente”.
En el programa de Feria de 1983, en su sección Área de Cultura, se plantea nuevamente la idea de crear un museo municipal de carácter polivalente que albergaría los fondos existentes en el Museo Arqueológico Fray Juan Cobo que “se ha quedado pequeño”, llegando a detallar que el desarrollo del nuevo museo se contempla en torno a tres secciones: la sección de arqueología, la sección de las bellas artes y la sección de base etnográfica. Cuando se refiere a la sección de las bellas artes dice: “La segunda sección dedicada a las bellas artes para poder ordenar y cuidar la fabulosa pinacoteca municipal”.
Hasta el año 1987 hemos seguido encontrado referencias que contemplan la posibilidad de crear ese otro museo, después parece ser que el proyecto cae en el olvido.
Desde estas líneas abogamos para que nuevamente se reagrupe toda la colección de Josita Hernán, incluyendo también, si es posible, al resto del fondo pictórico municipal, y se vuelva a exhibir de forma permanente para deleite cultural de los alcazareños y de sus visitantes, como foco de atracción turística para la ciudad y, sobre todo, para hacer justicia a esa gran mujer que tanto amó a esta ciudad.
Admirada Josita, nuestra gran embajadora, Alcázar te lo debe, todos los alcazareños te lo debemos.
Muy buen artículo, nuestra memoria de la historia cultural Alcazareña es muy corta, nuestro Auditorio le debe por méritos,An debería haber llevado su nombre y no tengo nada contra Emilio Gavira, pero creo que ¡no hay color! Alcazar se lo debe.