Por Patricia María Illescas Serrano
Muchos interioristas y decoradores aseguran que el estilo manchego está siendo tendencia en las últimas obras o reformas en viviendas que se realizan por nuestra región. Y es que las paredes blancas con los zócalos en azul añil que tanto caracterizan nuestra esencia urbana rural, cuyos máximos representantes son municipios como Campo de Criptana o Alcázar de San Juan, están volviendo a verse cada vez más en la comarca e incluso fuera de ella. Pero, ¿sabemos de dónde viene esta costumbre de los manchegos de pintar así sus casas? Te lo contamos.
Ya de por sí es muy típico ver fachadas encaladas de blanco en la mitad sur de la península, y esto tenía un origen de varias causas. Con la intención de ocultar o embellecer los materiales pobres de las casas, cada año se impregnaba de cal las paredes, y al mismo tiempo tenía la función de conservar mejor la temperatura del interior, haciendo más livianos los veranos en La Mancha. Por otro lado la cal, tiene carácter antiséptico, lo que proporciona una limpieza y desinfección de las paredes en las fachadas.
El toque manchego venía con el detalle de los zócalos y marcos en ventanas y puertas en azul añil. Este color llamado también “índigo”, cuyo origen está muy debatido por los expertos, tiene varias razones en su uso. Algunas fuentes indican que este elemento era añadido a las viviendas con la intención de ahuyentar a los malos espíritus, lo que coincide con muchas otras culturas del Mediterráneo que comparten su utilización. Si nos fijamos en las paradisíacas islas griegas, encontramos muchas similitudes en sus casas blancas con tejados, puertas y ventanas en azul, así como en Túnez y en toda la zona norte del continente africano que tienen barrios enteros impregnados en este color. Esta superstición, que es herencia del misticismo mediterráneo más oriental, también se justifica con una causa más funcional, como disimular la suciedad, roces o salpicaduras que pudieran hacer los animales utilizados en las labores agrícolas.
No se sabe con exactitud el origen de la utilización del color índigo o añil, y existe mucho debate sobre su procedencia, algunos aseguran que por la etimología de la palabra podría ser asiático, pero también coincide con algunos vocablos nativos de Suramérica. Lo cierto es que siempre ha sido un elemento referencial en la cultura mediterránea, y que en España se sigue utilizando en la zona de La Mancha, convirtiéndose en una de nuestras señas de identidad.
En la actualidad las razones originales que llevaban a los manchegos a decorar así sus casas, han desaparecido. Por suerte el revestimiento de las viviendas en esta línea se dilató en el tiempo hasta hace muy poco y todavía vemos en nuestros días casas puramente manchegas con su impregnación original. No solo es un elemento tradicional urbano, si no que se ha convertido en un hito de la cultura manchega, y fomentando todo aquello que simboliza, cuando en nuestros días encontramos hoteles, casas rurales o edificios públicos, estos pueblos de La Mancha bañados por el Guadiana, siguen utilizando esta estética que tan conocida es por los “forasteros”. Tan afamado y diferenciado es que las industrias dedicadas a la pintura, lo etiquetan como “azul añil manchego”.
Sin duda una prueba más del valor de nuestra cultura, de nuestras costumbres y tradiciones y el eco que han tenido en el pasado, que hoy valoramos en el presente.