Por Enrique M. de la Casa, director de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Talavera.
No sabemos si son de la loma o cantan en el llano. En todo caso, si hemos de ocuparnos de ellos, diremos que son constructores de nuestra percepción manchega. Digo cantantes como digo literatos o dirigente sociales. La patria, sea ésta grande o chica, está sostenida por mitos, por territorios… pero también por personas que se afanan por ser fieles a códigos que se han ido sedimentando en el tiempo y que tienen la virtud del reconocimiento, de la pertenencia.
Sirva esta introducción para hablar de un hombre que dedicó toda su vida a Cervantes y al Quijote sin más armas que su pasión, ni más oficio que el de ferretero que ejerció hasta su jubilación.
La tenaz lucha de Ángel Ligero Móstoles por demostrar que Cervantes y, por ende, don Quijote eran alcazareños, le sirvió como pasión, dedicación y reivindicación. ¿Qué más da de dónde son los cantantes?, se podrá argumentar. En el caso de Ángel, los cantantes eran por derecho propio de Alcázar.
Este es el núcleo de la pelea: si la seña de identidad que trasciende fronteras, que tiene reconocimiento internacional, es Don Quijote, lo importante es señalar sin la menor sombra de duda, dónde se encuentra el manantial primero, la luz que más alumbra, la guía que hará que todos identifiquemos lo manchego en lo quijotesco y lo quijotesco en las gentes de Alcázar.
Angel se adelantó a este tiempo de circuitos culturales y descubrimiento del motor de agua. Trascendió el turismo para forjar un modelo recto que hiciera carne lo que imaginó un escritor. Quiso dejar de lado la evocación de un sueño para convertirlo en una realidad: por la manchega llanura no circuló un personaje de papel sino un señor de carne y hueso, hechura de sus paisanos. Y con él, circuló el autor en una simbiosis de leyendas, personas, sitios, llanuras y sofoco que los que hemos vivido en La Mancha reconocemos nada más adentrarnos en ella.
Algunas veces, las instituciones tienden en estos tiempos de escasas certezas a inventarse la historia, un poco en la línea medieval de las reliquias de santos. No hace falta correr en esa dirección, La Mancha no necesita nuevas verdades reveladas. Necesita sacar brillo y dar esplendor a lo cotidiano, que casi siempre enlaza con los prototipos cervantinos.
Y si no, apasiónense por lo nuestro como hizo Angel Ligero Móstoles.